AION, C. G. Jung, La sombra
Lo que necesitas saber sobre la sombra para poder iniciar el trabajo de sombra lo encuentras en libros de Carl Jung. Aion es uno de los libros más importantes de Jung. Te comparto lo que aprendí.
En esta publicación: Las 7 ideas más importantes sobre el concepto de La Sombra que aprendí en el libro AION de Carl Jung
Mientras que el contenido del inconsciente personal es adquirido durante la vida del individuo. El contenido del inconsciente colectivo es formado por arquetipos que han estado presentes desde siempre en la mente humana o grupal. Los arquetipos que son claramente caracterizados desde un punto de vista empírico son aquellos que tienen la influencia más frecuente y perturbarte sobre el ego. Estos son la sombra, él anima y el animus. El más accesible y fácil de experimentar es la sombra, ya que su naturaleza puede ser en gran parte deducida del contenido del inconsciente personal.
La sombra es un problema moral que reta a toda la personalidad del ego, ya que nadie se puede volver consciente de la sombra sin un esfuerzo moral considerable. El volverse consciente de la sombra involucra reconocer que los aspectos oscuros de la personalidad están presentes y son reales. Este acto es una condición esencial para cualquier tipo de autoconocimiento, y por lo mismo, de ley, existe una resistencia considerable de parte del individuo. En efecto, el autoconocimiento, como una medida psicoterapéutica, requiere de mucho dolor y esfuerzo a lo largo del tiempo.
La examinación de las características oscuras, las inferioridades- que constituyen la sombra- revelan que tienen una naturaleza emocional, un tipo de autonomía, una cualidad obsesiva, o mejor dicho, posesiva. Incidentalmente, la emoción no es un acto del individuo, es algo que le sucede a él. Los afectos usualmente ocurren donde la adaptación es más débil y al mismo tiempo revelan la razón de su debilidad, en otras palabras, cierto grado de inferioridad y la existencia de un nivel más bajo de la personalidad. En este nivel más bajo, con sus emociones descontroladas, uno se comporta más o menos como un chango, quien no es solo una víctima pasiva de sus emociones, pero que también es singularmente incapaz de juicio moral.
El juicio moral es una opinión meditada sobre la bondad o maldad de las intenciones, los actos y las consecuencias de los actos de uno.
A pesar de que la sombra puede ser asimilada hacia la consciencia personal con esfuerzo y buena voluntad, la experiencia demuestra que hay ciertas características que se resisten más al control moral y prueban ser casi imposibles de influenciar. Estas resistencias están usualmente envueltas en proyecciones, las cuales no son reconocidas como tal y su reconocimiento sería un logro moral poco común.
Hay rasgos de la sombra que sí pueden ser reconocidos sin tanta dificultad para ser integrados en las cualidades personales de uno, pero en estos otros casos, la buena voluntad y el conocimiento no sirven de nada, porque la causa de la emoción pareciera, sin duda, radicar en la otra persona.
No importa que tan obvio es para algún observador neutral, que es un tema de proyecciones, hay muy poca esperanza de que el sujeto perciba esto por sí mismo. Debe de ser convencido que tiene una sombra enorme antes de que esté dispuesto a retirar, sus proyecciones cargadas de emoción, del objeto.
Vamos a suponer que un individuo no muestra ninguna inclinación hacia reconocer sus proyecciones. Entonces, ese factor que crea la proyección tendrá la libertad y encontrara un objeto-si es que tiene uno- o creará cualquier otra situación característica de su poder. Como sabemos, no es el sujeto consciente el que hace la proyección, es el inconsciente. Entonces, uno se topa con proyecciones, uno no las hace.
El efecto de la proyección es el de aislar al sujeto de su ambiente, ya que, en vez de una relación real con el ambiente, ahora solo existe una ilusión percibida como la realidad. Las proyecciones hacen que el mundo parezca una réplica de la cara desconocida de uno.
Por lo tanto, llevan a una condición autística en donde uno sueña con un mundo cuya realidad es inalcanzable. La sensación de vacío y esterilidad son en torno, explicadas por la proyección, como si fueran una causa de lo malévolo del ambiente, y a causa de este círculo vicioso, el aislamiento es intensificado. Entre más proyecciones son arrojadas entre el sujeto y el ambiente, más difícil será que el ego vea a través de la capa de ilusiones.
Es trágico ver cómo un individuo arruina su propia vida y la de los demás, y aun así, permanece totalmente incapaz de ver cómo la tragedia se originó en el mismo y como la alimenta y la mantiene activa. Esto no es consciente, ya que conscientemente está ocupado, lamentando y maldiciendo a un mundo sin esperanzas, un mundo que cada vez más se aleja en la distancia. Más bien, es un factor inconsciente que le dan vuelo a las ilusiones que cubren su mundo. Poco a poco se forma un capullo, que al final lo envolverá por completo.
Uno puede asumir que proyecciones como tal, que son difíciles de disolver, pertenecieran al reino de la sombra— es decir, al lado negativo de la personalidad. Esta suposición es cierta hasta un punto, ya que los símbolos que después aparecen ya no son referentes al mismo sexo, ahora son referentes al sexo opuesto, en el caso de un hombre hacia una mujer y viceversa.
El origen de la proyección aquí ya no es la sombra, la cual siempre es del mismo sexo que el sujeto, ahora el origen de la proyección es una figura contra sexual. Es aquí donde nos topamos con el animus de una mujer y él anima de un hombre, dos arquetipos cuya inconsciencia y autonomía explican la terquedad de sus proyecciones.
La sombra es un elemento o figura comúnmente reconocida en el mundo de la mitología y representa el inconsciente personal, por lo tanto, su contenido puede ser reconocido y aceptado sin mucha dificultad.
En eso se distingue del ánima y el animus, ya que mientras que la sombra puede ser reconocida relativamente fácil, él anima y el animus están más lejos de la consciencia y en circunstancias normales casi nunca son reconocidas. Con un poco de autocrítica, uno pudiese ver a través de la sombra, siempre y cuando la naturaleza de los elementos reprimidos sean personales.
Pero cuando aparece como un arquetipo. Uno se topa con las mismas dificultades que las del ánima y el animus. En otras palabras, es posible que un hombre reconozca la relativa maldad de su naturaleza, pero el verle la cara a la maldad absoluta, es una experiencia rara e inquietante.