Consciencia de consciencia no es consciencia.
La consciencia no es la suma de los procesos mentales y tampoco tiene alguna relación con la ética.
La consciencia de la consciencia.
Cuando nos hacemos la pregunta… ¿Que es consciencia? Automáticamente, nos volvemos conscientes de la consciencia.
Y muchos tomamos esa consciencia de la consciencia como si fuera consciencia. Eso no es verdad.
Al ser conscientes de la consciencia, parece ser la cosa más evidente y obvia que nos podemos imaginar. Sentimos que es el atributo que define todos nuestros días, nuestros humores, dolores y pensamientos. Estamos cómodamente seguros de que la consciencia es la base de las ideas en nuestra cabeza, de aprender cosas nuevas y de razonar.
Pensamos que la consciencia es la base de los pensamientos y los juicios y que como tiene habilidad de grabar experiencias mientras suceden, eso nos permite introspección y aprender de las experiencias.
También somos conscientes de que la consciencia viene de una parte del cerebro en específico.
Según Julian Jaynes, después de examinación crítica, esos últimos puntos son falsos. Definiciones erróneas que estorban al querer descubrir el origen de la consciencia.
Uso incorrecto de la palabra “Consciencia”
Hay varios usos para la palabra consciencia que vamos a descartar inmediatamente como incorrectas. Una de ellas es la designación de Titchener de consciencia, siendo como “La suma de todos los procesos mentales ocurriendo ahora.”
Como la frase “perder consciencia” después de recibir un golpe en la cabeza. Si este empleo de la palabra fuese correcto, entonces no tendríamos una palabra para los sonámbulos; ellos no son conscientes, pero sí responden ante las cosas de una manera que una persona noqueada no puede.
Entonces— a simple vista, cuando alguien recibe un golpe en la cabeza, pierde los dos, la consciencia y la reactividad; cosas totalmente distintas.
A cada rato reaccionamos inconscientemente antes las cosas. Si ahorita estás sentado y al rato quieres caminar, te paras y caminas sin pensarle mucho. Aprendiste a caminar y ahora lo haces, automáticamente, inconsciente.
Es común creer que actuar desde el inconsciente es como fallar, es malo. Pero hay muchos procesos inconscientes que podemos agradecer y la verdad es que solo somos conscientes de nuestras reacciones de vez en cuando.
No somos conscientes de la corrección que hace el ojo para enfocarse en objetos y medir distancia. Hay miles de ejemplos.
No parece, pero la consciencia es solo una parte chiquita de toda nuestra vida mental, imposible ser conscientes de lo que no somos conscientes. Es como pedirle a una lámpara en un cuarto oscuro que busque las partes oscuras del cuarto. La lámpara, dondequiera que vea, ve pura luz.
Parece que la consciencia impregna nuestra mente, pero no.
¿Entonces a qué hora somos conscientes? ¿Cuándo estamos despiertos, somos conscientes todo el tiempo?
¡Eso pensamos y aseguramos!
“Cierro mis ojos y trato de no pensar, pero la consciencia sigue pasando por aquel río que contiene una sucesión de condiciones distintas, las cuales he aprendido a llamarles pensamientos, imágenes, memorias, diálogos internos, arrepentimientos, deseos, todos entretejiéndose con la constante y cambiante exhibición de sensaciones exteriores de las cuales soy selectivamente consciente. Esa continuidad, siempre.”
Definitivamente, así se siente, y curiosamente sentimos que toda esa continuidad es nuestro verdadero yo. Sentimos que nuestra más profunda identidad es esa mente que solo se detiene entre los sueños, cuando dormimos.
Ese espíritu de continuidad que tiene la mente fue tomado como punto de partida para la filosofía. Es un terreno tan cierto que nadie puede dudar.
Cogito ergo sum (Yo pienso, entonces soy).
¿Pero qué significa esa continuidad?
¿Si sabemos que un segundo tiene 60 mil milisegundos apoco somos conscientes de cada uno? Es mucho más probable que esa aparente continuidad de la consciencia es solo una ilusión, así como las demás metáforas sobre consciencia lo son.
En la analogía de la lámpara, ella es consciente de estar prendida solo cuando está prendida. Somos menos conscientes del tiempo de lo que creemos, porque no podemos ser conscientes de cuando no somos conscientes.
Esa sensación de un continuo río de experiencias internas es solo una metáfora para lo subjetivo que la consciencia aparenta ser para la misma consciencia subjetiva.
Ejemplos de lo poco que somos conscientes de nuestro comportamiento del día a día podemos encontrarlos por donde sea que busquemos. Tocar el piano es un buen ejemplo: Un buen pianista puede tocar el piano mientras pone atención a otra cosa.
Claro que la consciencia tiene cierto rol en el aprendizaje de estas actividades complejas, pero no necesariamente en el acto.
Auto Consciencia
La consciencia no solo no es necesaria; también puede ser un poco indeseable. Si el pianista se vuelve muy consciente de sus dedos durante un set, dejaría de tocar. Como en el tenis, cuando fallas el primer tiro, ahora el segundo tiro te preocupa más que el primero. Resulta incómodo cuando uno es muy consciente de sus propios pensamientos y movimientos.
Cuando alguien te da una dirección, la fonología desaparece entre las palabras y las palabras desaparecen entre los enunciados y enunciados ahora desaparecen entre el significado de lo que te están tratando de decir.
El ser muy consciente de los elementos del habla es destruir la intención del habla. - Julian Jaynes
Al hablar o al escribir, no somos todo el tiempo conscientes de lo que hacemos exactamente en ese preciso momento. La consciencia solo funciona al decidir que decir, como decirlo y cuando decirlo, pero después, la fonología sucesiva y ordenada de la palabra hablada y escrita es de alguna manera hecha automáticamente para nosotros.
Las ideas de esta publicación vienen del libro de Julián Jaynes, El origen de la consciencia en la ruptura de la mente bicameral