Miedo a la vida
Hay energía guardada en nuestros músculos a causa de tensión crónica. Esta tensión inconsciente requiere de energía que pudieras usar para sentir más vida.
A veces nos da miedo sentir.
Sentir el cuerpo, las emociones, la vida… sin intentar escapar.
Es un miedo sutil, casi invisible, que poco a poco moldea nuestra forma de pensar, de actuar, de ser.
Como una capa que se adhiere sobre lo que somos en esencia.
Para evitar sentir, el cuerpo se tensa.
Y al tensarnos, respiramos menos.
Esto limita la entrada de oxígeno, un ingrediente vital para producir energía.
Sin oxígeno suficiente, la energía simplemente no se genera.
La energía no se fabrica solo con pensamientos.
Es una experiencia corporal.
Llega a través de lo que comemos, respiramos, y también de lo que percibimos con los sentidos.
Lo que vemos, tocamos, escuchamos, olemos... provoca emociones.
Y esas emociones son energía en movimiento.
Movimiento que, a veces, se queda atrapado.
En nuestros músculos hay energía estancada producto de tensiones crónicas.
Tensiones que consumen recursos internos y nos desconectan del presente.
Pero podemos recuperar esa energía.
Podemos sentirnos más vivos si aprendemos a respirar plenamente.
Podemos calmar la ansiedad si liberamos lo que está atrapado:
con movimiento, con expresión emocional, con presencia