Viajes mentales en el tiempo.

Pasamos la mayoría del tiempo pensando en el pasado e imaginando el futuro. Y de los dos lados, nos equivocamos.
Predicción Constructiva
Cada que queremos conseguir algo (desde un taco hasta un divorcio) estamos apostando a que ese acontecimiento nos hará sentir más felices. El predecir como ciertos acontecimientos nos van a hacer sentir en el futuro, determina los objetivos que nos ponemos y los riesgos que estamos dispuestos a tomar.
Al predecir nuestro futuro sobreestimamos dos cosas.
El impacto emocional que un suceso tendrá sobre nosotros.
El tiempo que la emoción va a durar después del suceso.
Cuando suceda, eso que tanto quieres, para tu futuro, no se va a sentir tan bien como pensabas, y la emoción solo te va a durar unos días.
Cuando eso que tanto temes sucede, no se va a sentir tan mal como pensabas y te vas a terminar acostumbrando rápido.
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Si te llega a suceder aquello que tanto temes. Ten por seguro que, al final, todo estará bien.
Cuando nos imaginamos como se verá y como se sentirá nuestro futuro. Se nos olvida que nos acostumbramos a lo bueno, y a lo malo.
Nos enfocamos en los factores equivocados, al predecir el futuro.
Cuando nos imaginamos el futuro, nos enfocamos solo en el evento en cuestión y se nos olvida considerar todas las de más cosas que indudablemente pueden ocurrir al mismo tiempo, las cuales harán que el fracaso duela menos o que la felicidad se diluya.
Pensamos que la boda, el ganar la lotería, o hacernos famosos, nos va a mantener emborrachados de felicidad por mucho tiempo.
Pensamos que perder el trabajo, o que nos abandonen, nos va a devastar para siempre.
El placer o el dolor de lo que venga, se va a diluir con el tiempo.
Nuestra inhabilidad de predecir el futuro, puede tener sus inconvenientes, especialmente cuando hacemos planes con tanta anticipación.
Cuando vemos las cosas desde hoy, el futuro se ve muy diferente comparado con el presente. Nos imaginamos aquel futuro en un nivel abstracto, y nos ocupamos más en pensar, en lo mucho que deseamos esa predicción, cuando en verdad, deberíamos de preocuparnos en las posibilidades.
Ejemplo: Hoy, podríamos llegar a pensar que es buena idea conseguir un segundo trabajo, hacer ejercicio y comer bien. Pero cuando llega el día, nos damos cuenta de que lo que nos propusimos es casi imposible.
Cuando hagas planes, te puedes ahorrar mucho lamento, si eres consciente de la tendencia humana de construir el futuro como más colorido que el presente.
Al final… el futuro nunca llega.
Esta es exactamente la trampa en la que caemos cuando decimos, el lunes empiezo. Pensamos que el día de mañana nos vamos a sentir diferente.
El mañana nunca llega, él mañana permanece siendo hoy.
Memoria reconstructiva
Nos gusta creer que las memorias están ahí guardadas en alguna parte del cerebro.
Desafortunadamente, no hay ningún récord de eventos del pasado en nuestra memoria que podamos acceder con un botón. El recordar, es un proceso reconstructivo. Nuestras memorias son fuertemente influenciadas, no por lo que de verdad sucedió, sino por lo que creemos, sobre ese evento, en el presente.
Recreamos nuestras memorias, a partir de pedacitos de eventos actuales, filtrados a través de y modificados por nuestra noción que lo que pudo haber sido, lo que debió haber sido o la manera en la que nosotros hubiéramos querido que fuera.
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Cuando te cuentas historias sobre por qué eres como eres. ¿En verdad estás seguro de lo que paso? ¿O estás reconstruyendo memorias a tu conveniencia o entretenimiento?
Nuestra memoria está en constante revisión y es influenciada por lo que otras personas nos dicen sobre lo que según ellos recuerdan del pasado.
Memoria autobiográfica
También, reconstruimos memorias de nuestro pasado para que encajen, con nuestra definición, de nosotros mismos. Gracias al sesgo de confirmación, somos más propensos a recordar solo las memorias, que confirman nuestras creencias.
Ejemplo: Si alguien piensa que tuvo una infancia infeliz, será más difícil recordar cualquier evento del pasado que no vaya de acuerdo con esa imagen (como las vacaciones a la playa).
Si al día de hoy, tenemos buenas relaciones con nuestros padres, nuestros recuerdos serán más dulces de lo que en verdad fueron.
Cada vez más nuestras memorias se vuelven menos acertadas. De cierta manera, todos reescribimos nuestra historia personal.
No estamos tan dormidos. Nacimos con la habilidad de ser racionales e irracionales.
Hay que entender que tenemos una imagen distorsionada del mundo y de nosotros mismos. Esa imagen forma nuestro carácter y nuestro carácter determina nuestro destino. Pero no hay que alarmarse, todo está bien, mientras las características no nos metan en problemas, no le hagan daño a nadie, o no nos impidan vivir la vida como queremos vivirla.
Uno de los aspectos más fascinantes del humano es esa necesidad de vernos a nosotros mismos como buenos inteligentes y sensibles, y como esta necesidad de vernos de esa manera, nos lleva a hacer ciertas cosas y a adoptar creencias que no son buenas, inteligentes o sensibles.