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Protestantes Marxistas en la CDMX ignoran el verdadero problema político

Y por cierto… ¿Qué le paso a aquel Mexicano que decía mi casa es tu casa?

El espectáculo de los protestantes en la CDMX es una parodia, en donde la violencia se disfraza de justicia social.

Atacar a los americanos refleja la flojera intelectual y la falsa moral que hoy domina a los mexicanos.

Los banners que exigen que el gringo se regrese a casa vienen de la envidia y la ignorancia. Estas protestas están impulsadas por resentimiento, hipocresía y posturas ideológicas que como siempre, nunca proponen soluciones reales.

Y sí, a veces podemos sentir que nada es justo. Pero la realidad es que el problema no es el gringo, el problema son las políticas del gobierno.

El alza de precios en la vivienda por migración local o extranjera es natural. Ya que todos los mercados funcionan sobre la base de la oferta y la demanda, incluyendo el inmobiliario.

Los extranjeros que llegan a México y trabajan como nómadas digitales, depositan su moneda en manos del pueblo mexicano y gracias a ellos los negocios ganan más dinero para poder emplear a más personas.

A pesar de que los protestantes sí entienden esto. Al mismo tiempo, no lo entienden.

El punto de vista marxista es el siguiente:

“Es una injusticia social que el rico explote a la fuerza laboral, que paguen muy poco comparado con lo que ganan ellos.”

Pero la dura realidad es que la explotación no existe si tenemos la libertad de renunciar, emprender o ser más productivo. El precio del salario también es pura oferta y demanda. Oferta y de manda de valor productivo.

El verdadero problema es el siguiente: El peso mexicano ha pedido su poder adquisitivo porque el estado imprime dinero para poder cubrir sus gatos.

Este destruccionismo que está surgiendo en todas partes del mundo ignora los verdaderos retos: las reformas políticas.

Aparte, la hipocresía es brutal: muchos activistas viven del sistema que atacan. Compran por Amazon desde sus aparatos y disfrutan bienes creados por los emprendedores. Si de verdad se opusieran al sistema, harían un boicot y dejarían de ser consumidores.

Atacar a los Gringos que disfrutan de nuestra hermosa ciudad es una muestra de incoherencia. Los mexicanos estamos siendo testigos de la destrucción de nuestra cultura. Ese mexicano que antes decía “Mi casa es tu casa” ha sido infectado por la epidemia psicótica llamada marxismo.

Antes de quejarnos de cómo los ricos se gastan SU dinero, mejor hay que preguntarnos cómo el gobierno gasta nuestro dinero.

Pedir que los gringos no vengan solo hace que su dinero se vaya a otros países.

Las buenas intenciones no garantizan buenos resultados. Las promesas del socialismo son mentiras del estado para conseguir votos y mantenerse en poder.

Ignorar las consecuencias económicas del socialismo es el único error del socialista, Hasta Einstein cayó en esa trampa.

Hay que reconocer que la innovación y el intercambio libre y voluntario benefician a la sociedad y que la riqueza se genera atendiendo las necesidades del prójimo y ofreciendo algo de valor.

No habrá nada que redistribuir entre nosotros si los emprendedores se van a otro país. Habla con un venezolano o un cubano a ver que te dicen.

La gente rica no es el problema. El problema son las malas políticas.

Estas protestas ideológicas se sienten bien, pero no cambian nada.


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