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Porque los intelectuales odian el capitalismo y apoyan el socialismo

Ignorancia, soberbia y resentimiento | La influencia de los intelectuales en la opinión pública | la creencia errónea de que pueden moldear la sociedad a su gusto.

La relación entre los intelectuales y el capitalismo

Intelectuales reconocidos y respetados como Sócrates, Platón y Aristóteles manifestaban cierto resentimiento hacia el capitalismo y el libre mercado. Veían con cierto odio toda actividad mercantil y capitalista.

Otro ejemplo era Einstein con su artículo “Por qué socialismo”, en donde se queja de cómo algunos individuos con dinero meten mano en la política llevándonos hacia una oligarquía de capital privado y que la solución es una economía planeada que proteja los derechos del individuo. Si analizamos bien lo que dice, nos damos cuenta de que en verdad está en contra del estado y a favor del libre mercado y no distingue entre el capitalismo de libre merado y el amiguismo o mercantilismo, y tampoco sabe sobre el problema del cálculo económico de las economías planeadas.

Los intelectuales de la sociedad, por más inteligentes que hayan sido, no entendían sobre economía y el orden espontáneo del mercado.

Al día de hoy, ciertos actores de cine y cantantes— que por cierto, no sé ni por qué la gente los escucha como si fueran personas despiertas o figuras de autoridad intelectual y política— están en contra del capitalismo y simpatizan con el estatismo, dándole vida a un tipo de intelectual “socialista”.


Las razones por la cual los intelectuales odian el capitalismo

Según bertrand de Jouvenel, los intelectuales odian el capitalismo por las siguientes razones.

bertrand de Jouvenel

1. La ignorancia

Muchos intelectuales ignoran las ideas de la teoría económica, ignoran cómo funciona el proceso espontáneo del mercado, y el problema del cálculo económico que hace al socialismo prácticamente imposible.

"No debemos culparlos. El orden social empresarial es el sistema más complejo que existe en el universo." - Hayek

Comprenderlo requiere estudiar teoría económica, pero muchos intelectuales ya se consideran suficientemente inteligentes y creen que no necesitan estudiar estos temas. Pero la verdad es que la mayoría son ignorantes de las teorías económicas de la escuela austriaca.

"Desde el punto de vista subjetivo, es racional combatir contra molinos de viento si se está plenamente convencido de que son gigantes malvados que tienen prisioneras a encantadoras princesas… No faltan entre los intelectuales occidentales alucinaciones de este tipo, derivadas del injerto de un fuerte sentimiento sobre un débil trono de conocimiento positivo."

Los intelectuales y el capitalismo, Bertrand de Jouvenel, Lecturas II, pág. 109

La expresión "luchar contra molinos de viento" proviene de la novela Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, donde Don Quijote confunde molinos de viento con gigantes y los ataca. La frase se utiliza para describir el acto de luchar o enfrentarse a algo que es irreal, imaginario o que no representa una amenaza real.

2. Soberbia

El intelectual asume que sabe más que todos los demás, simplemente por leer libros, por ser el invitado principal en algunas entrevistas o participar en debates públicos.

Desprecia todo lo que tenga que ver con la publicidad, el marketing y el comercio. No le gusta consumir noticias de lo que pasa en el mundo. Cree que sus ideas son las más refinadas y cultas.

Detrás de cada intelectual existe un dictador en potencia, una tentación consciente o inconsciente de querer tener poder político para imponer su agenda.

"No es raro que el intelectual apele a la tiranía para implantar sus modelos."

Los intelectuales y el capitalismo, Bertrand de Jouvenel, Lecturas II, pág. 109


3. Resentimiento y envidia

El intelectual es, en esencia, una persona profundamente resentida.

Se encuentra en una posición incómoda dentro del mercado. El valor que su trabajo aporta al proceso productivo es relativamente bajo.

"Estudié durante años, estuve en París, pinto cuadros y nadie los compra. Algo está podrido en la sociedad capitalista, no valora lo que hago: mis diseños, mis artículos, mis canciones. Nunca se me paga lo suficiente, y además, me enoja ver cómo un pendejete gana diez veces más que yo simplemente por vender sillas o tacos en la esquina. ¡Esto es injusto! Odio el consumismo y las demandas de las masas incultas."

Desde su visión, el mundo de los negocios representa los valores falsos, motivos bajos y recompensas mal dirigidas:

"Para el intelectual, una pérdida es el resultado natural de la devoción a lo que se debe hacer, mientras que el beneficio se interpreta como un sometimiento a las opiniones de la mayoría. El hombre de negocios debe decir: 'El cliente siempre tiene la razón'; el intelectual no puede aceptar este modo de pensar."

Los intelectuales y el capitalismo, Bertrand de Jouvenel, Lecturas II, pág. 109


Los intelectuales y el socialismo - Hayek

Hayek- Los Intelectuales y el Socialismo
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  • Los intelectuales moldean la opinión pública más que los políticos, esto lo hacen filtrando, interpretando y difundiendo ideas hacia el público general.

  • Las ideas del socialismo vienen de los intelectuales, no de la clase trabajadora. El socialismo nunca surgió como un movimiento del proletariado; nunca fue la clase trabajadora la que inventó estas ideas; fueron puras teorías promovidas y difundidas por intelectuales como Marx y Engels.

  • Muchos intelectuales son atraídos al socialismo por visiones utópicas y conceptos abstractos. Como cuando de chicos creíamos en Santa Claus o en el concepto cristiano del cielo. Es muy atractivo creer; incluso funciona como un motor, una fuente de significado que le da combustible a su existencia y una manera de pertenecer a un grupo. Pero esta idea utópica es una mentira que se cuentan a sí mismos. Y no hay nada más difícil para el hombre que hablarse con la verdad y quemar su casa psicológica.

  • El socialismo ofrece un atractivo idealista que seduce a los intelectuales, quienes suelen ignorar la teoría económica. La idea del comunismo, la redistribución de la riqueza, el ingreso universal o el bienestar social es muy atractiva. Esto se debe a muchas razones, una de ellas es porque nacemos en un núcleo familiar donde todo se nos da y no tenemos que trabajar por nada. Vamos al refrigerador y todo es de todos y estamos condicionados a caer en la ilusión de que las cosas de alguna manera pueden ser gratis. Pero nada es gratis: alguien está pagando por ello.

La frase "Nada es gratis" es un concepto económico que destaca que incluso las cosas que parecen gratuitas tienen un costo implícito. Esto se aplica a bienes, servicios, y a la libertad misma.

Milton Friedman, un reconocido economista, popularizó esta frase en un libro de 1975, y a menudo se utiliza en la enseñanza económica para ilustrar el concepto de costo de oportunidad.

  • Los intelectuales piensan que la sociedad es como una máquina que se puede optimizar y manejar, como si fuera un motor que, con la mezcla correcta de combustible y oxígeno, pudiera correr de manera eficiente. Es por eso que se inclinan por las ideas en pro de controlar y organizar la sociedad.


Creemos que la sociedad es una máquina a moldear

Existe la creencia, casi intuitiva, de que podemos diseñar el funcionamiento de las instituciones sociales conforme a nuestras preferencias. Esta idea es profundamente errónea.

Las instituciones sociales y los grupos humanos nunca han sido diseñados por ningún poder central; siempre se han desarrollado de manera espontánea mediante un proceso de selección natural, en el cual sobreviven las entidades más capaces.

Esto también aplica en el mercado libre: el aparato más ingenioso y natural que permite utilizar el cocimiento variado y disperso entre millones de individuos o actores económicos.

El mercado, o más bien, cada individuo que forma parte de un grupo llamado mercado, se adapta momento a miles y miles de circunstancias y escenarios particulares. Es imposible que todo este conocimiento cambiante exista en la mente de una sola persona o un grupo selecto de personas en poder.

En el mercado, los precios se forman espontáneamente y guían a los individuos sobre qué hacer, qué no hacer y cómo asignar su capital para convenir a sus propios intereses.

Comprender esto en profundidad requiere un entendimiento sólido de la economía.

En el juego del mercado libre, los resultados vienen de un proceso del cual tenemos que aceptar las reglas para participar. El juego es naturalmente impredecible y por más que uno quiera hacer un plan de negocios, los resultados no siempre son los esperados. Si los resultados no pueden ser diseñados, no tendría sentido calificar el juego como justo o injusto, del mismo modo que el resultado de un juego de azar es simplemente el resultado de las reglas aceptadas.

Muchas personas resienten esta imprevisibilidad y creen que debería ser posible diseñar y organizar toda la vida social (la economía) y por eso aceptan que el gobierno intervenga para buscar una distribución "justa".

Pero esto es literalmente imposible, porque requeriría que toda la información cambiante que existe por todos lados sobre hechos y circunstancias particulares estuviera reunida y controlada por una autoridad central. Esta es una idea que escapa por completo a la mayoría de los intelectuales.

Para leer más sobre esa idea, la cual hace que el socialismo sea prácticamente imposible. Leer sobre el problema del cálculo económico en el socialismo.