¿Por qué dejamos que el gobierno haga lo que quiere?
"Pues fue una respuesta ingeniosa y veraz la que un pirata capturado le dio a Alejandro Magno. El rey le preguntó: '¿Cuál es tu idea al infestar el mar?' Y el pirata respondió, con insolencia desinhibida: 'La misma que la tuya al infestar la tierra. Pero porque yo lo hago con una pequeña embarcación, me llaman pirata; y porque tú lo haces con una poderosa flota, te llaman emperador'".
San Agustín, La Ciudad de Dios
Estas palabras escritas por St. Augustine encapsulan uno de los problemas fundamentales de la filosofía política. Porque los gobiernos están moralmente justificados a tomar acciones que ningún individuo está permitido a tomar. El gobierno demanda un porcentaje de tus ingresos y tus gastos, decide que sustancias pueden ser consumidas, regulan y restringen transacciones voluntarias en el mercado, tiran bombas en otros países, espían las comunicaciones, ponen límites en la libre expresión, y en algunos casos forzarnos a que peleemos sus guerras. Si desobedecemos, está el riesgo de ser encerrado en una jaula. O como el filósofo contemporáneo Muichael Huemer escribe:
“Actos que serían considerados injustos o moralmente inaceptables cuando son llevados a cabo por agentes no gubernamentales, serán considerados correctos políticamente cuando son llevados a cabo por agentes del gobierno. ¿Por qué le damos este status moral especial a los gobiernos? Este es el problema de la autoridad política. - Michael Huemer, The Problem of Political Authority
La intervención del gobierno en la economía
Muchos problemas en la economía han sido causados por la intervención del gobierno y no pueden ser curados con más intervención del gobierno. A pesar de esto, aún existen personas que inconscientemente apoyan el control del gobierno. Quieren más regulaciones, más gasto público, más subsidios, más control de precios.
Muchos problemas sociales son causados por la intervención del gobierno. Entre más control tiene el gobierno sobre una industria, peor es la calidad del servicio. Como las escuelas públicas, los hospitales públicos y la seguridad.
Las escuelas públicas parecen más salas de indoctrinación que educación. En el hospital público hay que ofrecer incentivos económicos por debajo del agua para ser atendido y cuando uno se topa con un policía en la calle, no sabe si lo van a extorsionar o ayudar.
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